Boletín Hoard's Dairyman en español



La pandemia está generando escasez de subproductos

por John Kappelman


Aquellos que estamos en la producción agrícola nos enorgullecemos de ser autosuficientes y resistentes. Estamos acostumbrados a tratar con las incertidumbres diarias de la naturaleza, de los mercados, del clima y de las políticas gubernamentales. Ser considerados “esenciales” para la sociedad nos llena de orgullo, pero los impactos y amenazas de la pandemia mundial, son algo que pocos nos habríamos imaginado.

Una crisis paralela

Una pandemia universal causa una “crisis paralela”. Mientras el COVID-19 se extendía por Asia, causó una guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia, que bajó los precios del petróleo a niveles mínimos. En todo el mundo había reservas de petróleo, pero la demanda se vino abajo, y ahora estamos teniendo un sobre inventario mundial. Esto ha hecho que la producción de etanol sea económicamente insostenible en todo el mundo.

Dado que del 41 al 44% de las cosechas de maíz en Estados Unidos son usadas para la producción de etanol, la industria de la destilería también se ha vuelto insostenible y se está viendo forzada a cerrar casi todas las plantas. Una base fuerte del maíz ha colapsado junto con los precios y los granos de destilería están ahora en más de 200 dólares la tonelada, si es que se encuentran. Las mayores plantas de producción de etanol están retrasando su producción y los mayores embarques de etanol han sido completamente cancelados.

Los productores están buscando hallar reemplazos para los granos de destilería baratos. Una alternativa es alimentar con maíz barato y harinas de proteína. Esa demanda ha mandado los precios de la soya por los cielos y está modificando las intenciones de siembra. Los salvados de trigo baratos están vendidos en su mayoría. Y sin eventos deportivos, entretenimientos, tabernas, bares y restaurantes operando, también están disminuyendo los subproductos de cervecería.

Perder estas fuentes de oportunidades, ha afectado también la eficiencia de la industria del transporte y ha aumentado sus costos. Los transportes de largas distancias pueden encontrar combustible barato, pero los choferes no cuentan con facilidades para encontrar donde comer y descansar. La mayor parte del trabajo administrativo de las entregas debe hacerse en línea tanto como sea posible, y los choferes no pueden bajarse de sus camiones en muchos lugares.

A medida que el COVID-19 se disemina, estamos viendo ahora plantas de alimentos cerradas por limpieza total, ya que los trabajadores han presentado resultados positivos al virus. Virtualmente todas las empresas consideradas “esenciales” se verán afectadas, retrasadas o cerradas, a medida que el virus se extiende entre los trabajadores, aún con las medidas preventivas tomadas. El impacto económico de todo esto es enorme y es un reto medirlo. La vida como la conocíamos antes de la pandemia, va a cambiar dramáticamente en el futuro.

La bola de cristal rota para los mercados de la leche

Habrá mucha leche sin hogar en las semanas venideras. Esto va a empujar los precios de la leche a la baja en el futuro inmediato y podremos ver volúmenes significativos de leche tirados. Estoy feliz por los productores de leche que usaron el último trimestre del 2019 y principios del 2020 para hacer contratos de leche.

Podremos ver un salto en el mercado de la leche una vez que el caos esté bajo control, pero la pregunta que queda es: ¿Cuándo pasará esto? Los productores pueden estar pensando que el mercado de la leche regresará y estar pensando en retener a su ganado, pero actualmente hay más dinero en la carne y en el alimento que en producir leche.

En la mayor parte de nuestras vidas, hemos disfrutado lo que podríamos describir como un ambiente seguro y predecible. No fue hasta que viajé internacionalmente, haciendo trabajos en los países en desarrollo, que empecé a darme cuenta de la inseguridad de nuestro mundo.

El autor está en Grupo Cerco.


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