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Diagnosticando mastitis en vaquillas

por Reagan Bluel. Extensionista de la Universidad de Missouri


Todos los productores de leche se entusiasman viendo a sus vaquillas de reemplazo que pronto ingresarán al hato en ordeño para demostrar su alto nivel genético. El manejo durante los primeros dos años de vida puede tener un impacto profundo sobre la salud de la glándula mamaria y, en última instancia, sobre la rentabilidad. Pocas cosas son tan devastadoras como encontrar casos de mastitis o aún peor, cuartos ciegos, en un grupo de vaquillas que acaba de parir.

La mastitis en vaquillas, causada con mayor frecuencia por infecciones bacterianas o intramamarias, es un problema bastante común. Sin embargo, sabemos muy poco sobre la etapa del desarrollo en que se presenta y cómo diagnosticar adecuadamente la raíz del problema. La Dra. Pamela Adkins, de la Universidad de Missouri, trabajó con un grupo de investigadores para recolectar cultivos bacteriológicos en distintas etapas del desarrollo de las vaquillas, con el fin de establecer protocolos estándar para la toma de muestras. El objetivo final fue ayudar a los productores a entender mejor cómo interrumpir ese ciclo de enfermedad en sus hatos.

Adkins explica estos procesos y resultados en la edición de julio del podcast en inglés “Dairy Science Digest”, diseñado para acercar el contenido del Journal of Dairy Science a los productores de leche.

Momento crítico

Más del 30% de los casos de mastitis en vaquillas se presentan durante las dos primeras semanas de lactancia. Cuando una vaquilla de primer parto inicia la lactancia con una cuenta alta de células somáticas, es más probable que la mantenga durante toda la lactancia, aumentando sus probabilidades de desecho.

Las infecciones pueden desarrollarse incluso antes del parto. “Si ocurre en los primeros 14 días en leche, normalmente atribuimos esa infección a un proceso que se inició durante la gestación”, explicó Adkins. El equipo analizó 304 cuartos y encontró que las vaquillas en gestación tenían ocho veces más probabilidad de desarrollar crecimiento bacteriano, en comparación con las no gestantes.

“A medida que las glándulas mamarias aumentan de tamaño, también se vuelven más vulnerables”, detalló Adkins. “Los cambios hormonales y el inicio de la calostrogénesis también son factores que pueden influir”.

Gestión del futuro

Las especies más comunes, aisladas en el estudio, fueron estafilococos no aureus (SNA). Estas bacterias colonizan con frecuencia la piel del pezón y pueden convertirse en oportunistas, ascendiendo por el canal del pezón hasta llegar a la glándula mamaria. Aunque las infecciones por SNA no suelen ser un problema grave, algunas vaquillas pueden presentar infecciones intramamarias causadas por patógenos mayores como Staphylococcus aureus o Streptococcus dysgalactiae. “Estas son las infecciones que queremos saber cómo prevenir de la mejor manera posible. Desafortunadamente, aún hay muchas preguntas sin respuesta sobre la progresión de la mastitis en vaquillas”, explicó Adkins.

Las prácticas de manejo recomendadas históricamente siguen siendo relevantes y vale la pena repetirlas, ya que ayudan a reducir la exposición y mejorar los resultados a largo plazo:

Mantener ambientes limpios para las vaquillas, evitando el contacto con lodo.

Controlar la presión de moscas mediante manejo ambiental y uso de larvicidas en el alimento.

Disminuir el estrés nutricional en vaquillas en desarrollo asegurando disponibilidad adecuada de alimento.

Identificar la causa

Si su hato está enfrentando problemas de mastitis en vaquillas, considere trabajar con su veterinario para tomar muestras. Este grupo de animales puede representar un desafío diagnóstico. En el estudio, los investigadores utilizaron sedación leve para recolectar muestras, debido a la dificultad de manejar vaquillas.

Uno de los objetivos de este proyecto fue determinar el método ideal para tomar muestras de los patógenos presentes en la glándula mamaria antes del parto, en diferentes edades de los animales. Debido a que es difícil obtener muestras cuando hay poco o ningún líquido disponible en la ubre, el equipo de Adkins comparó distintas técnicas de muestreo: punción con aguja fina, aspirado con aguja del sistema cisternal y frotis del pezón. Todos los métodos detectaron patógenos, sin embargo, debido a la alta tasa de infecciones tempranas, no se concluyó que hubiera una clara ventaja en los métodos invasivos con aguja. Si el productor prefiere esperar hasta después del parto, una muestra de leche será suficiente.

Generalmente, congelar las muestras de leche es útil para evitar el crecimiento excesivo de bacterias presentes. Esto es particularmente importante para identificar organismos específicos como Staphylococcus aureus, aunque puede reducir la probabilidad de identificar patógenos gramnegativos o micoplasmas.

La salud de la glándula mamaria es esencial para asegurar un buen futuro productivo de los reemplazos. Tomarse el tiempo para evaluar si su programa de reemplazos va por buen camino, probablemente traerá beneficios a largo plazo.


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