

Entender realmente qué contiene el alimento, es el primer paso para formular raciones que funcionen bien en su establo. En un artículo del boletín Farm Report del Instituto Miner, Daniel de Oliveira destacó la importancia del análisis de la ración, señalando que ayuda a garantizar que las vacas reciban los nutrientes necesarios sin desperdiciar dinero ni recursos. Sin embargo, mientras más se analiza el alimento, se hace más evidente la variación en los resultados, especialmente en el caso de forrajes y subproductos.
Tomemos como ejemplo el ensilado de maíz. Si lo analizara todos los días durante dos semanas, la fibra detergente neutro (FDN) podría ser de 45 % un día y 30 % otro. Si su ración estuviera balanceada para 40 % de FDN, entonces las vacas podrían tolerar pequeños ajustes, pero habría cambios en ingestión y producción de leche. Los problemas comienzan cuando una ración se formula con base en un solo resultado. Si esa muestra se tomó en un día de fibra baja, las vacas podrían estar comiendo una dieta con más fibra de la planeada.
Por eso, cuando los resultados de análisis no parecen correctos, vale la pena preguntarse: ¿el alimento realmente cambió o fue una mala muestra, un error de laboratorio, o parte del ensilado que estuvo expuesta al clima? Para responder a esta pregunta, los investigadores Normand St-Pierre y Bill Weiss identificaron de dónde provienen los principales errores mediante dos estudios.
En el primer estudio, se tomaron muestras de ensilado todos los días durante 14 días en 11 establos de Ohio y Vermont. Cada día se tomaban dos muestras y cada una se analizaba dos veces en el laboratorio. Esto permitió determinar cuánta variación provenía del muestreo, del análisis de laboratorio o de verdaderos cambios en el alimento. Se encontró que los errores de muestreo fueron la causa principal de las variaciones en los resultados. En el ensilado de maíz, aproximadamente la mitad de la variación en FDN y dos tercios de la variación en almidón se debieron a errores de muestreo. En los ensilados de pastos y leguminosas, casi la mitad de la variación en FDN y más de la mitad de la variación en proteína también se debieron al muestreo.
“El análisis de laboratorio explicó solo entre el 10 % y el 15 % de la variación. El resto fueron cambios reales en el alimento, causados por genética, clima, cosecha y almacenamiento”, señaló Oliveira. Tomar muestras de alimento todos los días sería muy demandante para la mayoría de los productores. En la práctica, la mayoría toma muestras al menos una vez al mes.
El segundo estudio analizó 47 establos y comparó muestras mensuales de forrajes y de raciones totalmente mezcladas (RTM). La variación mensual fue mayor que la diaria, y el muestreo siguió siendo la causa de buena parte de los cambios. En el ensilado de maíz, el 37 % de la variación en FDN se debió al muestreo, el 11 % al análisis de laboratorio y el resto a verdaderos cambios en el alimento. En las muestras de RTM, entre el 60 % y el 70 % de la variación se debió al muestreo y al laboratorio.
A medida que los alimentos cambian con el tiempo, las vacas son muy buenas para adaptarse a esas variaciones. Pero los errores de muestreo o de laboratorio pueden hacer parecer que el alimento cambió, cuando en realidad no fue así. La mejor manera de obtener resultados precisos es tomar muestras duplicadas y promediar los resultados.
“La forma en que toma la muestra es muy importante. Un mal muestreo puede ocultar verdaderos cambios en el alimento que afectan el desempeño de las vacas. Un mejor muestreo equivale a mejores raciones”, concluyó.

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