

Probablemente, la mayoría de los productores han oído hablar de la técnica de compresión de Madigan, pero pocos la han visto aplicada de primera mano. En un artículo reciente del boletín extensionista de la Universidad de Wisconsin, la educadora Heather Schlesser explica por qué este sencillo método, que utiliza una cuerda, puede ayudar a ciertas becerras recién nacidas que parecen no “activarse” después del parto.
Algunas becerras llegan al mundo sanas y sin necesidad de asistencia. Otras, en cambio, tardan más en incorporarse, no muestran interés por mamar o, simplemente, se ven apáticas. Schlesser explica que la presión física que experimenta la becerra durante la segunda etapa del parto en realidad ayuda a que ocurra la transición neurológica al nacimiento. Cuando ese “interruptor” no se activa, se presenta una becerra que no necesariamente está enferma, pero tampoco está completamente despierta. “La compresión que ocurre durante la segunda etapa del parto desempeña un papel necesario para estimular a la becerra”, escribió. Replicar esa compresión de manera controlada es justamente la base de la técnica de compresión de Madigan.
El método en sí es sencillo: se coloca correctamente una cuerda suave alrededor del tórax de la becerra, aplicando una presión firme pero gentil, y se mantiene durante aproximadamente 20 minutos, hasta que la becerra entra en un estado similar al sueño. Una vez que se libera la presión, muchas becerras despiertan más alertas y listas para funcionar normalmente. Schlesser mantiene expectativas realistas y señala que este enfoque es “rápido y significativamente menos costoso que intervenciones veterinarias más invasivas”.
Sin embargo, este método no está indicado para todas las becerras débiles y de ninguna manera sustituye un buen manejo del recién nacido. Becerras con costillas fracturadas, problemas respiratorios o traumatismos importantes no son candidatas aptas para esta técnica. La persona que aplique la técnica debe saber exactamente cómo colocar la cuerda y cuánta presión ejercer. Si la presión es insuficiente, no habrá efecto; si es excesiva, pueden generarse problemas mucho más graves. Schlesser también señala que, aunque la técnica está bien documentada en potros, la investigación en becerras aún está en proceso. Asimismo, es importante considerar que el éxito no siempre se logra al primer intento. “Si no funciona la primera vez, no se rinda de inmediato”, aconseja, añadiendo que puede repetirse una o dos veces al día durante algunos días.
Finalmente, la técnica solo funciona si el resto de los factores en el establo también se están manejando adecuadamente. Áreas de parto limpias, suministro oportuno de calostro, monitoreo cuidadoso y respuestas rápidas a los problemas de salud siguen siendo fundamentales para lograr una becerra sana. Considere la técnica de compresión como una herramienta más en su programa de crianza.
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